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WOLFGANG AMADEUS MOZART


Música Masónica de Mozart


Lo secreto, lo oculto, lo misterioso en definitiva, siempre ha ejercido una fascinación irresistible sobre el género humano, necesitado de despojarse del asfixiante corsé de la inmediatez y de penetrar en la realidad intangible. La masonería contemporánea, desde su fundación en los albores del siglo XVIII, construyó un espacio de sociabilidad idóneo para vivir comunitariamente la experiencia de lo inefable y posibilitar el desarrollo integral del individuo. Íntimamente vinculada a la ilustración, el reputado masón e insigne filosofo J.G. Fichte representaba a la Orden como a una sociedad separada de la gran sociedad, un microcosmos protegido del mundo profano donde el iniciado, que nació como ser humano y pasó por la formación propia de su estamento, había de ser educado de nuevo en el ámbito de las logias como puro ser humano.

Seducido por la novedad y magnitud de los principios masónicos, de los que durante años había sido informado por el diplomático Gemmingen, uno de sus benefactores, J.C.W.T. Mozart decidió a los 28 años de edad ingresar en la Orden del Gran Arquitecto del Universo. El 14 de diciembre de 1784 recibió el grado de Aprendiz en la logia La Beneficencia de Viena, el 7 de enero de 1785 el de Compañero y 6 días más tarde el de Maestro. Por influencia del sublime compositor, el 11 de febrero de 1785 engrosó las columnas de su logia madre su amigo J. Haydn, quien logró igualmente que su padre se iniciase el 6 de abril de 1785. Desde que “recibió la luz”, se convirtió en un hermano entusiasta y volcó su inigualable sensibilidad y su impar talento musical en la composición de partituras inspiradas en la filosofía masónica y en la belleza del ritual. A partir de principios éticos y del lenguaje simbólico propio de la Hermandad, no sólo dirigido al entendimiento sino también al sentimiento y a la imaginación, el genio de Salzburgo logró obras de extraordinaria grandeza estética y espiritual.

La producción musical masónica de Mozart, atendiendo a sus destinatarios, puede dividirse en dos claros bloques: uno comprende el conjunto de obras dirigidas a los propios masones y escritas para ser generalmente interpretadas en las tenidas o reuniones de logia; el otro abarca aquellas otras inspiradas en los valores y ritos masónicos pero orientados a un público profano. El programa recoge íntegramente el primer grupo y el fragmento tal vez más representativo de segundo. Para su puesta en escena, las diferentes composiciones se han vertebrado siguiendo las pautas de las tenidas o reuniones masónicas; de esa forma el melómano, además de disfrutar de un conjunto armónico de piezas musicales lleno de emoción, coherencia y sentido, puede acercarse a la faceta simbólica y espiritual de la Orden y captar la atmosfera interior de los trabajos de logia.

La primera parte del concierto va desarrollando progresivamente el programa ritual e ideológico de la Orden del Gran Arquitecto del Universo. Arranca con el adagio K 410, marca creada en 1775 para acompañar la entrada al templo del Venerable y de sus oficiales. Esta bella composición de 27 compases en fa mayor posee un aire solemne y tranquilo, pero a su vez acompañado por un ritmo andante de carácter procesional, con momentos breves de reposo que actúan como interesantes instantes de reflexión armónica. Toda la composición aprovecha y realza con maestría la especial sonoridad y el carácter de los instrumentos de viento. Como señala J. Henry, el adagio K 410 es un “ejemplo perfecto” de obras destinadas a ilustrar una parte del ritual en las que no se hace uso de la voz humana, sino de los instrumentos de viento que son los que más directamente se asemejan a la respiración, símbolo de la vida misma.

Una vez instaladas las dignidades de la logia en sus sedes correspondientes tiene lugar la apertura de trabajos, momento musicalizado en el Lied K 483. Compuesto con ocasión de la ceremonia de fusión de varias logias decretada por el emperador José II, refleja la solemnidad de la convocatoria. El texto de Schittlersberg, un masón muy apreciado y gran orador, puede parecer que simplemente incita de modo general a la unidad de los hermanos y sus virtudes morales, pero cobra gran precisión y significado a la luz del contexto de la reforma imperial de las logias vienesas. El maestro Mozart pone al servicio de las estrofas de Schittlersberg una enérgica y bella música en la que se ha destacado la importancia de la simbólica masónica del número tres, presente ya en el mismo texto. En la composición aparece sobre todo con la entrada del coro de tres voces, que a lo largo de la evolución se despliegan y se unen a veces en dos, y otras incluso en una sola nota. No se trata de una unión o pacto de dos partes, sino de una fusión trina, esto es armónica y perfecta como un acorde mayor. Sin duda la música mozartiana proponía un modelo de unión muy superior a lo que el decreto imperial ordenaba para reorganizar las logias vienesas.

Dentro del templo tienen lugar distintas “tenidas iniciáticas”, o reuniones rituales correspondientes a la iniciación al grado de Aprendiz y a la recepción de los grados de Compañero y Maestro. Además los masones se reúnen ritualmente con ocasión de funerales, conmemoraciones, instalaciones de oficiales y logias, etc.; o celebran banquetes rituales, como los correspondientes a los solsticios de verano y de invierno. Mozart escribió la Cantata K 429 para festejar el solsticio de verano, pero frecuentemente es interpretada durante la iniciación al grado de Aprendiz cuando el neófito “recibe la luz”. El maestro de Salzburgo ilustra los versos de Haschka con una música que combina admirablemente lo fastuoso y triunfal propio de un himno con el recogimiento y serenidad que posee una oración. Tras la parte enérgica del coro en maestoso, se introduce la segunda parte de modo instrumental en un bello pasaje que anuncia las delicadas evoluciones de la melodía que cantará el tenor, para luego volver a cerrar la pieza con gran vigor.

El Lied K 468, dedicado por W. A. Mozart a su padre con motivo de la recepción de éste del grado de Compañero en la logia Hacia la verdadera concordia, desarrolla el simbolismo del segundo grado simbólico y expresa con magistral sencillez el paralelismo entre el proceso de iniciación y el camino de la vida, abundando en imágenes fundamentales de la masonería. Así se enlaza la revelación de la estrella flamígera y el esforzado pero a la vez gozoso camino hacia la luz a través de la sabiduría. La estructura de la composición es sencilla y efectiva, y se cantan las estrofas del texto tras breves presentaciones e interludios de órgano. Sin ser un canto complicado, posee constantes altibajos que podrían dar idea de los avatares del viaje o camino. Toda la composición está perlada con discretas alteraciones cromáticas que descubren el sello inconfundible de la melodía mozartiana.

El núcleo de esta primera parte del concierto se completa con el grandioso y singularísimo adagio “Maurerische Trauermusik”, K 477. Compuesto inicialmente en julio de 1785 como música ritual en la elevación al grado de Maestro, tercer y último peldaño de la masonería simbólica, fue interpretado por primera vez en su versión definitiva con motivo de las ceremonias fúnebres de dos hermanos masones, el conde Esterhazy y el duche G. A. von Mecklengurg, fallecidos en noviembre de aquel mismo año. Nos encontramos ante una de las más bellas composiciones de toda la inmensa producción mozartiana, escrita en do menor y dotada de una fuerza expresiva sobresaliente. Su carácter funerario establece una interesante vinculación entre la meditación musical de la muerte como tal y el grado de Maestro, que se simboliza precisamente con la muerte de Hiram; una muerte asumida que se torna en anuncio de un nuevo nacimiento. La obra ofrece una magistral orquestación, en la que destaca la fuerza de los registros graves y la brillantez contenida que sobre ellos alcanza el resto de la orquesta. La música comienza con una serie de pasos graves de los que emerge una bella melodía que apunta a un clímax sonoro. Ello se resuelve en momentos meditativos y diversas respuestas en los que se anticipan pasajes que apuntan a la tonalidad relativa mayor (mi bemol). Las subidas y bajadas del volumen sonoro, acaso comparables a una respiración grave, se bien respaldadas por un suave pero irreversible ritmo que aporta al conjunto cierto carácter procesional, o de llegada a un final. Tras un bello remanso se vuelve sobre el tema inicial de modo más enérgico y rítmico, las voces de la orquesta se despliegan y se unen, y recorren con decisión el tema final que se anuncia trágico a la vez que victorioso. En su mismo declinar hacia el acorde menor final de do menor se torna con maestría y sencillez hacia el acorde de do mayor, conviviendo casi los dos acordes en un final inigualable, pero más que merecido y adecuado para una música tan sublime.

Una vez escuchadas las tres composiciones destinadas a presentar el imaginario simbólico de los tres primeros grados masónicos, el Lied “An die Freundschaft”, K 148, y el Himno “Lasst uns mit geschchlungen Händen, K 623 a, introducen a la última parte de los trabajos en logia: el momento denominado de la “cadena de unión”, cuando todos los masones presentes se unen entre sí cogiéndose de las manos para expresar la fuerza y la solidaridad entre los miembros de la Orden. “An die Freundschaft” presenta la particularidad de haber sido compuesto en 1772, con anterioridad por tanto a la iniciación de Mozart. La composición, en tonalidad de re mayor, es una hermosa melodía con un acompañamiento de vals, en ¾, en la que el coro refuerza el último verso repetido de cada estrofa. Por su parte, “Lasst uns mit” es una sencilla pieza cantada a dos voces y acompañada de órgano. El texto, atribuido a Schikaneder, pero probablemente de K. L. Giesecke, se refiere al gesto ritual de las manos enlazadas correspondiente al tramo de final de cierre de los trabajos. Musicalmente, aunque no tiene la riqueza de otras composiciones mozartianas, ha llegado a ser una de las obras más populares dentro de la masonería y a adquirir un significado casi protocolario.

La primera parte del concierto acaba en sentido inverso a como había comenzado. El Lied “Ihr unsre neuen Lieter”, K 411 fue pensado para acompañar la salida del templo del Venerable y de sus oficiales. “Ihr unsre neuen Leiter”, al igual que el Lied K 483, se estrenó con motivo de la inauguración de la nueva logia La nueva esperanza coronada. Arranca con un canto regular caracterizado por un ritmo marcado pero sereno. El solista canta dos estrofas seguidas cada una de la entrada del coro a tres voces, de modo similar a como sucede en K 483, si bien ahora no tiene tanto una función de refuerzo enérgico, sino de cierto eco que configura un espacio musical donde culmina, se funde y vuelve a arrancar la voz solista para acometer la segunda estrofa. Las K 483 y 484 son dos piezas sin duda paralelas y muy similares, pero que como en un díptico muestran distintas perspectivas: la apertura y el cierre.

El adagio K 411 es también hermano del K 410, pero estructuralmente algo más extenso y rico. Mozart pone lo más granado y característico su lenguaje musical en esta composición, destinada a acompañar el cortejo ritual del Venerable y de sus oficiales cuando se retiran del templo tras la clausura de trabajos. No sin razón se ha destacado en ella un uso de la simbólica masónica de tres golpes, introducidos suavemente como inicio de la pieza en distintas notas descendentes que dan paso al tema inicial en bellas secuencias melódicas que se suceden y entrelazan. En su desarrollo se introducen momentos de reposo, aunque en general tiene lugar un acompañamiento rítmico que otorga un singular dinamismo dentro de la delicadeza que domina en el ensamblado de las distintas voces. La pieza posee una clara estructura simétrica, acabando con una vuelta al tema inicial que se remata con una sobria pero efectiva coda en un acorde repetido de nuevo tres veces.

Para acabar la primera parte del concierto, la cantata “Die Maurerfreude”, K 472, expresa la alegría de los masones por los trabajos realizados. W. A. Mozart dedico esta obra a Ignaz Born, uno de los mayores sabios del Imperio y durante varios años Gran Secretario de la Gran Logia de Austria. El autor de la letra, Franz Petran, escribió un precioso texto en el que equiparaba el aprendizaje del masón a la mirada del investigador de la naturaleza, formando ambos los polos de un proceso gozoso que culmina en la sabiduría y la virtud. Como el Lied 483, estaba troquelado de loas al emperador Jose II para robustecer su anuencia a la masonería. La composición se permite gran sonoridad en el acompañamiento y presenta en su parte central un carácter de aria de concierto al modo italiano. Schuler destaca en esta pieza la utilización de la tonalidad de mi bemol mayor, muy propicia en su opinión para expresar simultáneamente lo heroico y lo más delicado.

La segunda parte del concierto la forma fundamentalmente la “Overtura” de La flauta mágica y el conjunto de composiciones de esta ópera inspiradas directamente en la iniciación masónica. Sin duda el aspecto más directamente masónico se concentra sobre todo en el segundo acto, y muy especialmente en la figura de Sarastro, si bien toda la trama y la interacción de os dos protagonistas masculino y femenino, Pamina y Tamino, ofrece una clave esencial e insustituible. Está claro que Mozart pretende realizar una gran obra operística y no un oratorio masónico, y en ello daríamos la razón a Hocquard, pero no por ello renuncia a abrir simbólicamente la misma escena operística y el mismo teatro a un templo en un plano simbólico, presentando a lo largo del desarrollo toda una “alegoría de la Humanidad”, en expresión de Schuler.

Las partes seleccionadas permiten entender el contenido masónico más neto de la ópera. En ellas la simbología y moral de la Orden representan el hilo conductor, el componente teórico que sustenta los acontecimientos exteriores (Hildesheimer). Para comenzar, la célebre obertura presenta en clave musical instrumental pura los tres elementos más conocidos de la simbólica musical masónica: la tonalidad de mi bemol mayor, el número tres y la expresión musical del paso de las tinieblas a la luz. A la tonalidad mi bemol mayor se le ha llamado la tonalidad humana, acaso idónea para expresar el ideal masónico de la Humanidad unida como fruto del esfuerzo y de la serenidad a un tiempo. El número tres se identifica en los tres celebres acordes, tres veces repetidos en la Obertura, que recuerdan los tres golpes de llamada al templo antes de la iniciación. Respecto al otro aspecto citado, el paso de las tinieblas a la luz, Mozart combina aquí dos recursos, el armónico y el rítmico, de modo magistral. Mediante contrastes de tiempo y sutiles evoluciones armónicas y disonancias resueltas, la música, sin abandonar en ningún momento los requisitos de una obertura, va situando al oyente en un plano musical definido, luminoso y enérgico. En esta genial composición se da a su vez la búsqueda, el surgimiento y el triunfo, aunque todo ello anunciado y propuesto como proemio musical a una acción incipiente.

Las otras piezas vocales programadas constituyen de modo nítido el proceso de la iniciación del Aprendiz (primer grado) y el paso posterior de las tinieblas hacia la luz. En su conjunto completan un cuadro idóneo para comprender el aspecto más masónico de la ópera, que de hecho mantiene una vertebración musical y argumentalmente incuestionable. Los cuatro números vocales en los que la referencia masónica es más clara los constituyen la “Marcha de los sacerdotes”, la primera y segunda arias de Sarastro y el coro de los sacerdotes, quedando expresados alegóricamente en ellos la ceremonia de apertura de trabajos y el comienzo de la iniciación en ausencia todavía del candidato. Musicalmente, todo este proceso previo al núcleo de la iniciación propiamente dicho se encuentra perfectamente medido. Los instrumentos de viento de la “Marcha” evocan un ambiente sereno y pausado del que emana una sensación de frugalidad no exenta de solemnidad, aunque el dialogo que sigue, necesario para la acción y rematado con los tres acordes de carácter masónico, corta la continuidad del discurso musical con el aria siguiente. La plegaria de Sarastro dispone de un aparato orquestal muy sobrio que trasmite la sensación de serenidad y paz; mientras que “In diesen heil’gen Hallen”, que ofrece la ocasión de mostrar todas las posibilidades del registro grave, enaltece la serenidad y firmeza de las convicciones del sumo sacerdote del templo del sol. La música sacerdotal de la plegaria de acción de gracias a Isis y Osiris une un estilo severo con una línea melódica lineal (S. Bueno). En conjunto, todo ello es acorde con el patetismo que envuelven los tiempos de examen del candidato, de meditación doctrinal y de invocación ante el peligro que encierran las pruebas iniciáticas.

El número “Der, welcher wandelt diese Strasse” adelanta los cuatro elementos simbólicos que forman la esencia simbólica de los viajes de iniciación en el Rito Escoces Antiguo y Aceptado (el fuego, el agua, el aire y la tierra) y enuncia la turbación que debe encerrar toda iniciación recurriendo a la imagen del “espanto de la muerte”). Para darle la trascendencia requerida, después de una corta introducción que se basa de nuevo en un tema en tres notas, se recurre a un estilo musical muy severo que va ascendiendo en intensidad dramática. Posteriormente, tras un simple motivo de transición, se cambia la línea de canto, haciéndola más amable, y se acaba en un canto estrófico. Sorprendentemente en este número se justifica la iniciación de una mujer en las mismas condiciones que un varón, algo verdaderamente trasgresor para la masonería de la época. Mozart y su libretista debieron aprovechar el carácter profano de una ópera para plantear una problemática impensable en una composición estricto sensu masónica.

Los números seleccionados de la flauta mágica, terminan con el momento cumbre de la superación por parte de Pamino y Tamina de las anunciadas pruebas iniciáticas. Como bien glosa Santiago Bueno en su análisis a la ópera, “el tempo cambia a andante, y ambos enamorados expresan su mutua admiración en una sencilla frase sostenida por la cuerda. Después intervienen las maderas. La intervención de Pamina acaba también con un maravilloso Lied estrófico a cuatro voces que se mezclan de manera magistral. La marcha a cargo de la flauta solista, solemne y hermosa, acompaña las pruebas de los dos jóvenes con un tema característico, subrayado por los apagados sones del timbal”.

Como colofón final, el concierto acaba con la pequeña cantata de masones “Laut verkünde unsre Fraude”, ultima composición acabada de Mozart y una de sus más brillantes composiciones masónicas. Él mismo dirigió su estreno el 18 de noviembre de 1791 en la inauguración de la nueva sede de la logia La nueva esperanza coronada, y poco después se encamó para no levantarse más.

En esta cantata Mozart toma un bello y extenso texto en el que explícitamente se alude a la música y al canto como vehículo para proclamar la alegría de los masones. Igualmente se destaca en el mismo la idea de la cadena de unión como fuerza y medio para la santificación de un lugar. Más adelante (coincidiendo con el aria), caracterizara la idea masónica de la divinidad, que se anuncia sin estruendo y que descansa serena en el pecho, el amor y el trabajo del masón. Mozart pone al servicio de este argumento una música más que idónea, que desborda alegría y “jubilo luminoso”. Una rica instrumentación arropa unas voces que dialogan de distintas formas, primero al unísono del coro en el hímnico Allegro, después se despliega en un momento dado como un abanico sonoro de las tres voces de los dos tenores y el bajo. El coro culmina y desemboca en un recitativo de uno de los tenores con delicadas respuestas de la orquesta. De la inicial tonalidad de do mayor se pasa a la de sol mayor en un Aria en la que los dos tenores acometen una melodía tranquila y apacible con un acompañamiento grácil, nunca abigarrado. Se desemboca en un nuevo recitativo que se inaugura con un acorde no resulto de sol séptima que introduce una sencilla pero efectiva modulación de nuevo en do mayor. Aquí el canto es más agitado y se producen mayores efectos dramáticos entre los tenores y el bajo, para acabar en un coro final con las voces parcialmente alternadas en forma de canon. Al Aria sigue un Duetto en fa mayor y compás ternario que suena como un gran remanso de paz pero que posee gran dinamismo interno. La obra culmina con una vuelta al coro de la primera parte, rematada con una contundente y característica coda.


Pedro Álvarez Lázaro y Ricardo Pinilla Burgos 2006

Instituto de Investigación sobre Liberalismo, Krausismo y Masonería, de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid

Este fue el programa del concierto interpretado por la Orquesta Sinfónica de Galicia el 3.11.2006. Dirigida por Víctor Pablo Pérez.


WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791)

Música Masónica de Mozart

I

Adagio: Entrada en logia de las dignidades, KV 410

Lied: “Zerfliesset heut, geliebte Brüder” KV 483

Kantata: “Dir, Seele des Weltalls, o Sonne”, KV 429 (468a)

Lied: “Gesellenreise” (“Freimarerlied”), KV 468

Maurerische Trauermusik, KV 477 (479a)

Lied: “An die Freudscchaft”, KV 148

Hymne: “Lasst un smit geschlungen Händen”, KV 623a

Lied: “Ihr unsre neuen Leiter”, KV 484

Adagio, KV 411

Kantata: “Die Maurerfreude” KV 471

II

La flauta Mágica, KV 620

Obertura

Marsch del Prister (II Acto, escena primera, nº9)

O Isis Und Osiris (II Acto, escena primera, nº 10)

In diesen heil’gen Hallen (II Acto, escena tercera, nº 15)

O Isis und Osiris (II Acto, escena quinta, nº 18)

Der, welcher wandelt diese Strasse Vol Beschwerden (II Acto, escena séptima, nº 28)

Tamino mein (II Acto: escena 28)

Kantata: “Laut verkünde unsre Fraude”, KV 623

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