Ariadna: Origen del mito
Cuentan las antiguas mitologías que el rey Minos, de Creta, marido de Pasífae (hija de Helios y de la ninfa Perseis), era un rey extremadamente vengativo y mujeriego e infiel, que era infiel a su mujer de manera constante, pese a tener con ella varios hijos e hijas.
Ariadna (“la más pura”), una de las hijas de la real pareja, vivió en aquellos días en los que, en una parte de la ciudad y en un laberinto construido por Dédalo, permanecía recluido el Minotauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Este ser era fruto de la unión de Pasífae y un toro blanco destinado a ser sacrificado a Poseidón, que la codicia de Minos había intentado hurtar a su destino. En venganza, el dios airado inspiró una pasión desenfrenada en la reina Pasífae que, por medio de un artilugio también ideado por Dédalo, consiguió yacer con el magnífico toro blanco, quedando embarazada del futuro ocupante del laberinto.
Cuando el minotauro creció, su carácter agresivo y peligroso obligó a su padre a encerrarlo de por vida; para ello encarga la construcción del laberinto (para algunos una metáfora del propio palacio de Cnossos), donde es recluido en soledad permanente.
En aquellos días y durante el transcurso de unas competiciones deportivas, uno de los hijos de Minos, Androgeo, muere asesinado en extrañas circunstancias. En venganza por la muerte de su hijo, Minos batalla y vence a la ciudad de Atenas. En tributo por su derrota, los atenienses debían enviar cada año a siete jóvenes de cada sexo, que eran encerrados en el laberinto para morir a manos del Minotauro.
Teseo era hijo de Egeo, rey de Atenas. Cuando se produce el tercer envío de jóvenes a Creta, le ruega a su padre que le permita ser parte del mismo para derrotar al Minotauro. Una vez que llega el grupo a Creta la princesa Ariadna se enamora de Teseo en cuanto lo conoce, e incluso le ayuda a planificar la forma de derrotar al monstruo, su hermanastro, con la condición de que, una vez vencido éste la lleve con él de vuelta a Atenas. La ayuda de Ariadna consistió en un ovillo de hilo, que atado a una de las puertas del laberinto permitió a Teseo salir del mismo una vez derrotado el monstruo, junto con los jóvenes que se habían librado de la muerte.
Tras huir de Creta en su nave, Teseo hace una escala en la isla de Naxos, en la que abandona a Ariadna, no se sabe si por decisión propia o por una petición de los dioses. Ariadna, lejos de entregarse a la desesperación o sentirse abandonada, comienza una nueva relación con el dios Dionisos, con quien olvida sus penas de amor. Éste la lleva a vivir al Olimpo, y le ofrece de regalo una diadema, la Corona Borealis, forjada por el mismo Hefesto y que aún vemos brillar en los cielos en las noches despejadas de verano.
El mito nos traslada la imagen de una mujer libre, que otorga a su amado el arma más poderosa para vencer a sus enemigos: el hilo continúo de la razón.
Masonería Sevilla