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La Masonería sevillana rinde homenaje a don Diego Martínez Barrio

Masones de las cuatro logias sevillanas de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE) han rendido hoy homenaje al que fuera Gran Maestro del Gran Oriente Español y presidente de la República, el sevillano Diego Martínez Barrio, en su tumba del cementerio de Sevilla. Se trata de una tradición anual, que, cada primero de enero, une a hombres y mujeres de la Masonería sevillana, en conmemoración del fallecimiento de Martínez Barrio.

Han sido masones y masonas de las Respetables Logias Obreros de Hiram, Mediodía, Ariadna y Antonio Machado. Se han leído dos textos de Martínez Barrio, un extracto del discurso ante la Gran Logia de los Valles de México, el 10 de noviembre de 1939 y un artículo publicado en el diario El Liberal el 1 de junio de 1936.

En el primero de los textos, entre otras cosas, el que fuera Gran Maestro de los masones españoles señala: Soy masón viejo y, sin embargo, me tengo por masón tan joven que me sentaría constantemente en los bancos de los recién iniciados. Soy masón viejo y he aprendido muchas cosas de la Masonería, que no son familiares a todos los masones y además una verdad que fuera del Templo masónico es punto menos que desconocida, y es que por mucho que se avance en el camino del conocimiento, por mucho que se avance en el camino de la solidaridad y de la fraternidad, la vida del hombre es corta para alcanzar el dominio sobre ninguna materia especulativa y es corta también para alcanzar el dominio sobre sus pasiones y convertirse en un intachable ser moral. Esta enseñanza es puramente masónica; yo no la hubiera aprendido en un partido político, en una escuela sociológica, ni en la confusión abigarrada de los hombres, en el discurrir diario de sus tareas. No. En los partidos, en las agrupaciones económicas, en las mismas asociaciones de tipo religioso y dogmático, los hombres suelen aprender que las enseñanzas que conocen contienen toda la verdad y que, desde el momento en que se perciben, el ignorante se convierte en sabio, el sabio en doctor, el doctor en pontífice, y continuamente puede predicar excátedra sin escándalo ni rubor. En Masonería aprendí lo contrario.

En el segundo de los textos, el que también fuera ministro y presidente de Las Cortes en la República, así como su presidente en el exilio, señala: De ese espíritu de sacrificio y de generosidad se nutre la autoridad de los hombres públicos y de las corporaciones políticas. Cuando les falta son gentes que mandan, pero que no gobiernan, y ya sabéis vosotros…

Concluida la lectura de ambos textos, el acto ha concluido con un aplauso de reconocimiento a don Diego Martínez Barrio, así como con una ofrenda floral con los tres colores de la Bandera de la República.

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